martes, 21 de julio de 2009

01.

La hora exacta.
11:58 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.


Un pequeño intenta aplastar una mosca en la ventana de su casa. Su casa se encuentra frente a un hospital. La mosca se le escapa entre los dedillos. Se ha salvado. Y ahora sube por la malla metálica entre zumbidos y aleteos. El niño mira hacia arriba. Mira cómo se aleja la condenada mosca. Ahora el niño decide mirar hacia afuera. Agudiza la vista. Y en seguida su atención se enfrasca en algo más interesante. En algo muy extraño. Un punto de color blanco se precipita endemoniadamente hacia abajo. Hacia el pavimento.

02.

El principio del fin.
07:29 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.


El timbre del teléfono derrite el silencio matutino. Julián responde. Es su hermano. Le avisa que su madre ha sido internada. Le dice que no es nada serio pero que vaya enseguida. Julián se despide. Cuelga el teléfono. Julián no se deja engatusar por la fingida tranquilidad de la voz de su hermano. Julieta pregunta quién era. Julián responde que era su hermano. Y le explica escuetamente. Julieta intenta levantarse. Su cabello rojo está totalmente despeinado. Julián la detiene en seco y le dice que irá solo. Que no es necesario que lo acompañe. Que es mejor que ella se quede con los niños. Los niños, Jamíl y Jonás, duermen en sus habitaciones. Julieta se queda sentada sobre la cama. Intenta aplacar sus cabellos rojizos. Julián se pone el pantalón. Se coloca los zapatos y busca una camisa. Julieta sentada y adormilada sobre la cama. Julián se despide de Julieta. La besa en la frente y la empuja hacia atrás, para que continúe descansando. Julián sale de la casa y cierra la puerta. Sube al auto. Julieta abraza un gran almohadón beige. Con su índice comienza a ondular un mechón pelirrojo de su copete. Cierra los ojos y comienza a dormitar enseguida. Julieta recibe una visita inesperada. Después de tanto tiempo, “alabado seas, Señor”, vuelve a escuchar la voz angelical entre ensueños. Hace tanto que no la visitaba. A Julieta se le comienza a acelerar el corazón. Está emocionada. Muy emocionada. Y agradece a la voz que haya regresado. Conversan animadamente.

03.

Un día después.
08:22 a.m. Lunes, 22 de junio del 2009.


Una tipa, morena y vulgar y entrada en carnes, vende periódicos en un crucero. Aprovecha la luz roja del semáforo para pasearse entre los autos. Y grita el encabezado con fuerza. El título atrae a los conductores. Un brazo peludo sale de una ventana. Le hace señas. Ella corre con pesadez hasta allí. Le da un ejemplar. Y el brazo alfombrado le da unas monedas. Ella las toma y agrega irónicamente: “gracias, vuelve pronto, corazón”. Retoma su andar entre los autos. Y también su grito pregonero. “Extra. Extra. Joven, ama de casa, enloquece y…”. La luz del semáforo deja de ruborizarse. Cambia al verde. La tipa esquiva un taxi que comienza a acelerar. Luego corre al camellón.

04.

08:04 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.

Julieta se levanta como hipnotizada. Sale de su habitación. Pasa el lavamanos. Camina por el pasillo. Se queda parada en la puerta de otra habitación. Bosteza. Hace gestos. No le gusta el sabor de su boca. Deshace su camino por el pasillo. Llega al lavamanos. Se cepilla los dientes —es un hábito que se le convirtió en vicio. Si no se ha cepillado los dientes rápidamente al levantarse, Julieta cree que le apestará la boca todo el día. Y eso le resulta muy embarazoso. “Qué desagradable”—. Abre la llave. Tumba la espuma del cepillo. Lo cuelga por ahí. Se empina para tomar agua de la llave. Hace buches. Escupe. Abre la botella del enjuague bucal. Ahora se empina la botella hasta sus labios. Hace buches con el líquido sabor a menta. Escupe. Se dirige a la misma habitación de escasos segundos. Es la habitación de Jonás, el bebé. Jonás tiene casi nueve meses de vida. Julieta lo mira con amor. Sale de la habitación. Se dirige a la cocina. Llega y prepara un biberón. Regresa junto a Jonás y le pone la mamila en los pequeños labios. Él, sin abrir los ojos, comienza a mamar. Ahora Julieta lo ve sin mirarlo. El bebé escupe la mamila. Está satisfecho. Julieta lo carga y logra hacer que eructe. Enseguida lo acuesta. El bebé dormido. Julieta lo arropa. Y de vuelta sale de la habitación. Segundos después Julieta regresa. Su mirada no es la de ella. Trae abrazado al pecho un gran almohadón beige. Julieta se para a un lado de la cuna. Coloca amorosamente el almohadón sobre la carita de Jonás. Y presiona con fuerza. Jonás ni siquiera patalea.

05.

Julieta alrededor de los 4 años.
04:34 p.m. Martes de ????


Julieta está en su cuarto. Se sienta en el suelo. Deja de jugar con su Barbie. Silencio. Y después:
------- — ¿Cómo te llamas?
------- — Mi nombre no importa.
------- — Yo me llamo Julieta.
------- — Eso ya lo sabía. Es sólo que el nombre no tiene importancia para mí.
------- — ¿No?
------- — No.
------- — Mi mami dice que los nombres sí importan. Que nos ayudan a saber quién es quién.
------- — Los nombres ayudan solamente para poder llamar a las personas. No para saber quién es quién. Para eso tardarías una eternidad, Julieta. Sin embargo, tu madre no es una mala mujer.
------- — Yo la quiero mucho.
------- — Sí.
------- — Sí.
------- — Y te gusta mucho que ella te acaricie el cabello antes de que duermas, ¿verdad?
------- — ¡Sí! Eso me gusta mucho. Que me haga piojito.
------- — Sí, piojito.
------- — Y ¿tú cómo sabes eso?
------- — Yo sé muchas cosas sobre ti, Julieta.
------- — ¿En serio?
------- — En serio.
------- — Y ¿cómo es que las sabes?
------- — Eso tampoco importa, Julieta. Lo que importa es que las sé. Y que yo te quiero mucho.
------- — ¿Sí?
------- — Sí. Y siempre te voy a cuidar.
------- — ¿Siempre, siempre?
------- — Así es, Julieta. Siempre.

06.

08:37 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.

Julieta sale como sonámbula de la habitación del bebé. Se dirige nuevamente a la cocina. Abre un cajón. Curiosea. Coge un cuchillo. Lo observa con cuidado. Lo vuelve a dejar en el cajón. Sigue buscando en otro cajón. Saca otro cuchillo. Luce más pequeño que el primero. Pero también luce más filoso que el primero. Julieta sale de la cocina. Camina por el pasillo. Ahora Julieta se dirige a la habitación de su otro hijo: Jamíl. Jamíl tiene casi cuatro años de edad. Aún duerme. Julieta entra la habitación. Se para del lado derecho de la litera. Deja el cuchillo sobre el buró. Ve con amor a Jamíl. Se sienta a su lado. Desliza su mano dulcemente por la frente y las mejillas del niño. Jamíl es un tronco de carne y hueso. Julieta se pone en pie. Cubre a Jamíl con la sabana hasta los hombros. Coge el cuchillo. Y se lo hunde con fuerza en el pecho. Una vez más. Y otra —Julieta pudo escuchar el crujir seco de las costillas de Jamíl. Incluso, pudo sentir cómo la hoja del cuchillo penetraba con facilidad más allá: en el corazón, en los pulmones—. Jamíl apenas y abre con debilidad los ojos. Julieta, con una hermosa y apacible sonrisa, se los cierra. De la boca y las heridas de Jamíl brota un líquido obscuro. Julieta va al closet. Lo abre. Saca una de las sabanas favoritas de Jamíl. Es de franela. Regresa a un lado de la litera. Mira por última vez a su hijo. Extiende la sabana limpia. Cubre a Jamíl desde los pies hasta la cabeza. La franela se tiñe, poquito a poco, de carmesí aquí y acá y allá. Julieta sale de la habitación. La sabana favorita de Jamíl ahora es un planisferio. Los continentes crecen serenamente.

07.

Julieta alrededor de los 5 años.
06:14 p.m. Sábado…


Julieta se para a un lado de su madre. Lleva en la mano derecha una Barbie semidesnuda y despeinada. La mujer pelirroja lee una revista. Ambas son pelirrojas. Julieta le pregunta algo a ella. Algo referente a una voz. La mujer continúa leyendo. No escucha a Julieta. Julieta vuelve a preguntar. La mujer sin separar la mirada de la revista le responde a Julieta que “no hay ningún problema”. Julieta pregunta algo más. La madre le responde con una sonrisa, y acento indiferente, que “no hay problema siempre y cuando la voz suene bonita… y por supuesto, no te incomode”. Julieta sonríe aliviada. No le explica más a la madre. Y la madre tampoco pide más información. Julieta cambia de mano su Barbie beggar. Se retira. La madre de Julieta se humedece el índice con la lengua y cambia de página. Continúa leyendo su revista.