martes, 21 de julio de 2009

04.

08:04 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.

Julieta se levanta como hipnotizada. Sale de su habitación. Pasa el lavamanos. Camina por el pasillo. Se queda parada en la puerta de otra habitación. Bosteza. Hace gestos. No le gusta el sabor de su boca. Deshace su camino por el pasillo. Llega al lavamanos. Se cepilla los dientes —es un hábito que se le convirtió en vicio. Si no se ha cepillado los dientes rápidamente al levantarse, Julieta cree que le apestará la boca todo el día. Y eso le resulta muy embarazoso. “Qué desagradable”—. Abre la llave. Tumba la espuma del cepillo. Lo cuelga por ahí. Se empina para tomar agua de la llave. Hace buches. Escupe. Abre la botella del enjuague bucal. Ahora se empina la botella hasta sus labios. Hace buches con el líquido sabor a menta. Escupe. Se dirige a la misma habitación de escasos segundos. Es la habitación de Jonás, el bebé. Jonás tiene casi nueve meses de vida. Julieta lo mira con amor. Sale de la habitación. Se dirige a la cocina. Llega y prepara un biberón. Regresa junto a Jonás y le pone la mamila en los pequeños labios. Él, sin abrir los ojos, comienza a mamar. Ahora Julieta lo ve sin mirarlo. El bebé escupe la mamila. Está satisfecho. Julieta lo carga y logra hacer que eructe. Enseguida lo acuesta. El bebé dormido. Julieta lo arropa. Y de vuelta sale de la habitación. Segundos después Julieta regresa. Su mirada no es la de ella. Trae abrazado al pecho un gran almohadón beige. Julieta se para a un lado de la cuna. Coloca amorosamente el almohadón sobre la carita de Jonás. Y presiona con fuerza. Jonás ni siquiera patalea.

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