martes, 21 de julio de 2009

08.

09:08 a.m. Domingo, 21 de junio del 2009.

Julieta abre la puerta de la cocina que da al patio. Lleva un cuchillo sucio en la mano. Judá, la perra, entreabre los ojos perezosamente. Julieta coloca en la axila izquierda el cuchillo. Le habla con cariño a la perra. Judá menea un poco el rabo. Julieta se acuclilla frente a Judá. Judá se recuesta sobre su espalda. Julieta le rasca la barriga por un momento. Judá se relaja. Deja de mover el rabo. Julieta deja de rascarle. Judá luce anestesiada. Julieta sujeta con las dos manos el cuchillo. Las levanta sobre su cabeza. Judá abre un poquito los ojos. Alza las orejas. Julieta le perfora en el vientre. Judá abre los ojos desconcertada. El cuchillo en el cuello. Una vez más en el vientre. Y luego en el pecho —de vuelta Julieta pudo percibir cómo atravesaba la piel y perforaba algunos órganos—. Julieta coloca de vuelta el cuchillo en la axila izquierda. Cierra, con amor maternal, los ojillos vidriosos de Judá. Julieta no luce asqueada. Para nada. Pero sí luce cansada. Julieta se limpia el sudor de la frente. Se levanta y camina hacia la puerta de la cocina.

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